Los problemas físicos son muy habituales en el Daño Cerebral Adquirido y se pueden manifestar de diferentes formas.
Las hemiplejias y las hemiparesias aparecen en el lado contrario al hemisferio donde se ha producido la lesión cerebral. Una hemiplejia es la parálisis de la mitad del cuerpo, mientras que la hemiparesia supone la pérdida de fuerza en una mitad del cuerpo.
Por otro lado, cuando se da un caso de espasticidad los músculos se mantienen permanentemente contraídos, lo que los mantiene en posturas anómalas que, a la larga, provocan dolor.
Los problemas físicos no afectan solo a la movilidad, también provocan complicaciones en la alimentación. La disfagia dificulta el tragar alimentos, ya sean líquidos o sólidos. Una disfagia podría impedir la nutrición adecuada de la persona con daño cerebral por las molestias que causa la acción de tragar y por el aumento del riesgo de atragantamiento; entre otras complicaciones. En los casos más graves se debe recurrir a vías alternativas de alimentación, como sondas nasográstricas y gastrostomías.
Finalmente, la fatiga es una manifiestación física de un problema cognitivo, como la dificultad de concentración. Tras un daño cerebral completar las tareas más sencillas requerirá de un gran esfuerzo, por lo que deberemos planificar tareas e ir ajustándolas con paciencia a medida que la resistencia de la persona con Daño Cerebral Adquirido mejora.