Tras una lesión cerebral la forma de comunicación de la persona y su capacidad de entender y expresarse a través del lenguaje pueden verse alteradas. Existen diversos trastornos del lenguaje, aunque el más conocido es la afasia. La afasia afecta a la producción de lenguaje hablado, a su comprensión y a la habilidad de leer y escribir.
Al afectar a distintos componentes del lenguaje, se dan diferentes tipos de afasia:
- La afasia global es la más severa. A causa de ella, las personas con Daño Cerebral Adquirido pueden producir pocas palabras y no comprenden lo que escuchan, llegando a no tener capacidad ni de leer ni de escribir.
- Cuando alguien tiene habilidad para leer y para comprender lo que se le dice, pero no puede producir palabras, estamos ante una afasia de broca. En este caso las personas con Daño Cerebral Adquirido dicen frases muy cortas de 3 ó 4 palabras, teniendo que esforzarse mucho para poder decirlas de forma entrecortada.
- Los casos de afasia mixta tienen un habla entrecortada y costosa como lo de afasia de broca, pero además tienen dificultades para entender lo que leen o lo que otros les dicen.
Existen otros tipos de afasia que afectan a áreas más pequeñas del cerebro y centran las dificultades en un aspecto muy concreto del lenguaje. Así, por ejemplo, la afasia anómica provoca que no podamos encontrar el nombre de personas o cosas. La alexia causa que no podamos leer y la agrafia causa la pérdida de la capacidad de escribir.
La raíz de los problemas de comunicación puede ser una alteración física, como ocurre en el caso de la disartria, una parálisis o lentitud de movimientos de los músculos que intervienen en el habla. También de origen físico son las disfonías, que generan problemas para la emisión de voz haciendo que la persona solo logre producir un pequeño susurro para comunicarse.
Al respecto de los problemas de comunicación cabe recordar que cuando se presentan no necesariamente implican que la persona con Daño Cerebral Adquirido tenga también un problema de capacidad de raciocinio o velocidad de pensamiento. De hecho, lo habitual es que no existan estos problemas y estemos ante una persona totalmente lúcida, pero con dificultades para expresarse. Es importante no tratar a quien tenga dificultades de comunicación con condescendencia, como si fuera un niño pequeño o como si no nos pudiera oír. Debemos tratarles con normalidad, pero dándoles tiempo para expresarse con calma.